Un paraíso increíble en la costa atlántica
Se trata de Mar del Sud, una pequeña villa balnearia ubicada al sur de Miramar. Tiene un mítico hotel que data de 1889 y playas increíbles en medio de un paisaje bucólico.
Quienes desde hace varios años recorren las playas de la villas balnearia, ubicada a 17 kilómetros al sur de Miramar, partido de General Alvarado, no se cansan de sorprenderse y admirarse por las características climáticas de este lugar, que sanan el cuerpo y el alma, aseguran los lugareños.
Este pequeño rincón de la costa atlántica, que alguna vez se llamó Boulevar Atlántico, fundado hace 135 años, está vedado para muchos por desconocer su existencia, es un lugar casi mágico, con sólo una avenida pavimentada a los largo de ocho cuadras y, el resto de sus calles son de tierra.
La Villa alberga en su intimidad el viejo hotel Boulevar Atlántico, fundado en 1889, hoy en proceso de restauración (a principios de diciembre se inauguró el restaurante), la Casa de las Caracolas, el Medano gigante, la playa El Remanso, la imagen de la «Virgen María» en Rocas Negras, entronizada en ese lugar a principios de los años ’90, entre otros lugares no menos atractivos.
Este «mi lugar en el mundo» para muchos veraneantes, habitúes desde siempre, atrapa también a quien llega por primera vez gracias a la magia oculta que tiene la pequeña villa balnearia, que creció en los últimos años de una manera increíble, con emprendimientos inmobiliarios importantes.
Sin embargo, el encanto que tiene Mar del Sud, por la calidez y la buena onda de su gente, es empañado por el lamentable estado de muchas de sus calles, en particular después de una lluvia intensa, se convierten en intransitables por las huellas profundas que muchas veces hacen imposible el ingreso de vehículos livianos, por temor a roturas mecánicas.
Según refieren los lugareños, al momento de escribir estas líneas, hace al menos dos años que las calles no son emparejadas con las maquinarias viales del municipio de General Alvarado.
Incluso, hasta hubo casos de vecinos y turistas que sufrieron esguinces o torceduras en los tobillo que prefieren cambiar el volante por las zapatillas, para recorrer a pie la villa y poder disfrutar del aire puro, de los amaneceres en la costa o del paisaje que ofrece en algunos tramos los arroyos La Carolina o La Tigra.
Sería bueno que las autoridades municipales responsables del mantenimiento vial, tomen nota de los reclamos porque, como los lugareños o muchos amigos de Mar del Sud que no tiene residencia permanente son propietarios de una casita sencilla o de un lote y, cumplen estrictamente con el pago de sus tributos municipales y provinciales.
Pese a todo, Mar del Sud atrapa y encanta a quienes llegan por primera vez. Muchos de esos turistas llegaron y se radicaron definitivamente: «Venimos por primera vez de vacaciones y decidimos radicarnos porque nos gustó. Aquí encontramos la paz y la tranquilidad que no teníamos en Buenos Aires», decía una vecina de la calle 104″(VW)
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