Del campo al mástil
Las telas para confeccionar banderas tienen características particulares: deben durar mucho tiempo a la intemperie sin alterar sus colores ni deteriorarse.
La historia cuenta que un 27 de febrero de 1812 Manuel Belgrano enarboló por primera vez nuestra enseña nacional en un poblado llamado en ese entonces Capilla del Rosario, ciudad de Rosario en la actualidad. Llevaba los mismos colores de la escarapela y fue confeccionada por María Carolina Echevarría y otras mujeres de la zona usando seda importada, cuenta el trabajo elaborado por Agrocultura en el marco del Día de la Bandera, que se recordó esta semana.
Poco podríamos saber de esta bandera si no fuera por los avances tecnológicos con los que cuentan en la Universidad Nacional de la Plata y CONICET que permitieron descubrir el color original y el tipo de tela usada. Investigadores estudiaron la primera bandera que estaba escondida en una iglesia boliviana y que fue dejada ahí por Belgrano después de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma. Así pudimos saber que el primer color usado fue azul índigo y no celeste como la actual, que estaba hecha de una especie de seda tafetán que se usaba en Europa en el siglo XIX y que dos de las tres franjas eran blancas con una azul índigo en el centro.
Las telas para confeccionar banderas tienen características particulares: deben durar mucho tiempo a la intemperie sin alterar sus colores ni deteriorarse y deben ser ligeras para moverse fluidamente con el viento, pero resistentes para que este no las rompa.
Por eso, las más usadas son las telas de poliéster; siendo una de las preferidas la seda de poliéster, más conocida como seda de forro (esa que encontramos en el interior de sacos y tapados).
Su composición es una mezcla de poliéster y algodón, este noble cultivo que nos viste y nos abriga con una flor hermosa y un capullo suave.
El algodón que flamea en nuestras banderas pertenece a la especie Gossypium hirsutum, la más cultivada en nuestro país y proviene de un cruzamiento que ocurrió hace más de un millón de años entre dos especies.
Mucho tiempo paso de aquel cruzamiento original y, con los avances de la ciencia, los fitomejoradores (aquellas personas que se encargan de mejorar los cultivos) crearon nuevas variedades de algodón que resisten mejor al ataque de plagas y enfermedades, más productivas y con una calidad de fibra imbatible para que las telas duren más tiempo.
En el barrio de Chacarita, en Ciudad de Buenos Aires, hay un taller especializado en banderas y es el encargado de cuidar la gigantesca bandera de 150 metros cuadrados que ondea en la Plaza de Mayo. Solo para esta bandera se necesitaron 78 m2 de cultivo de algodón.
Fuente: Agrocultura
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